BUENOS AIRES (AP) — Los argentinos no mostraban dudas de que su selección nacional saldría victoriosa y feliz. En vez de ello la conmoción y la tristeza envolvieron las calles de esta capital el martes por la mañana, cuando el esperado debut de la Albiceleste en el Mundial de Qatar terminó con una inesperada derrota de 2-1 ante Arabia Saudí.
“La verdad que es un chasco, un gran chasco”, reconoció Alejandro Pintos, cerrajero de 36 años, quien estaba abriendo su establecimiento un poco más tarde de lo habitual, puesto que se quedó mirando el encuentro. “Era el partido que teníamos que ganar sí o sí”.
Pintos describió a la selección argentina como “muy desordenada”, algo que le pareció particularmente frustrante en vista de que el equipo llegó al compromiso montado en una racha invicta de 36 encuentros.
Encabezada por Lionel Messi, Argentina llegó también como una de las grandes favoritas al título. Aunque la proeza es posible todavía, el equipo dirigido por Lionel Scaloni ha sido por ahora víctima de una de las mayores sorpresas en la historia de los mundiales.
Arabia Saudí remontó con un par de goles en el segundo tiempo del encuentro en el estadio Lusail.
“Estoy bastante amargada”, expresó Josefina Licera, trabajadora social de 27 años, quien esperaba el autobús que la llevara al trabajo. “Estaba muy segura que íbamos a ganar y fue una gran sorpresa”-
Susana Leguizamón, de 55 años, se despertó 30 minutos antes del partido, que comenzó a las 7 de la mañana, hora local. De inmediato, se vistió con su casaca albiceleste, lista para celebrar lo que imaginaba como un comienzo fabuloso del astro Lionel Messi y compañía en Qatar.
“Me sorprendió demasiado, demasiado, demasiado», reconoció Leguizamón. «La verdad es que subestimamos a nuestro rival.”
Los argentinos confiaban que una victoria en el deporte que les apasiona infundiera esperanza en un país que arrastra años de estancamiento económico, padece una inflación cercana al 100% y donde cuatro de cada 10 personas viven en condiciones de pobreza.
Óscar López, de 67 años, estaba visiblemente contrariado al reflexionar sobre la derrota inesperada mientras limpiaba las ventanas en el exterior del edificio del que es superintendente.
“Si están en el Mundial, ningún equipo es fácil», enfatizó López con los ojos llorosos. «Siempre hay que tener cuidado”.
Pero Santiago Babarro, de 40 años, no se mostró tan sorprendido por el resultado.
“A Argentina siempre le pasa lo mismo. Decimos, ‘éste es el partido fácil, a éste le ganamos caminando, ¡pim!, listo, te embocan”, explicó. “Siempre nos creemos más de lo que somos”-
Sebastián Fabre, de 48 años, se levantó con una sensación de ansiedad el martes. Estaba preocupado por lo que definió como el exceso de confianza de parte de los hinchas argentinos.
“Me pareció que había demasiado exitismo al comienzo. No quise decir nada pero me pareció que estábamos demasiado confiados”, aseveró Fabre.
Leguizamón, quien caminaba hacia su empleo en un restaurante, vestida aún con su camiseta de Argentina, dijo que pudo sentir el sufrimiento de las personas que le rodeaban.
“Todos están muy tristes, muy tristes”, manifestó. “Nos levantamos con mucha ilusión”.
Pese a todo, los aficionados encontraron un consuelo.
“En realidad es mejor que pase esto en el primer partido y no en cuartos de final… Hay que verle el lado positivo”, dijo Fabre.
Leguizamón coincidió.
“Un tropiezo no es caída, como se dice acá”, enfatizó. “Soy muy fan de la selección y me pongo muy mal cuando pierde, pero mi esperanza está intacta”.