WASHINGTON (AP) — Por primera vez, todos los estadounidenses pueden conectarse a un sitio web del gobierno y solicitar pruebas de COVID-19 gratis para tomar en casa. Pero la iniciativa de la Casa Blanca podría tener escaso efecto en la ola de contagios por la variante ómicron, y expertos dicen que Washington tendrá que hacer mucho más para reparar el sistema de pruebas.
El sitio web, COVIDTests.gov, permite a la gente ordenar un máximo de cuatro tests por vivienda, que serán enviados por correo. Pero los equipos no llegarán antes de siete o 12 días, tras lo cual se prevé que los casos de ómicron llegarán a su máximo en varias partes de Estados Unidos.
La Casa Blanca también anunció el miércoles que empezará a distribuir gratuitamente 400 millones de mascarillas N95 en farmacias y centros comunitarios de salud. Ambas son iniciativas vistas antes en Europa y Asia, pero demoradas en Estados Unidos.
Muchos expertos opinan que el plan de distribuir 1.000 millones de pruebas es un buen primer paso, pero debe convertirse en una medida permanente. Dicen que así como el gobierno ha hecho que las vacunas sean abundantes y gratis, debe usar su poder adquisitivo para mantener el suministro constante de tests.
“La estrategia usada para las pruebas hogareñas debe ser exactamente igual a la usada para las vacunaciones”, expresó Zoe McLaren, economista especializada en temas de salud pública en la Universidad de Maryland.
“Ambas son cosas que ayudan a mantener baja la cantidad de casos y a mantener el COVID bajo control”, añadió.
El gobierno estadounidense tuvo un inicio torpe de su plan de entregar pruebas al inicio de la pandemia y nunca se ha reencarrilado totalmente. Si bien compañías privadas están fabricando más de 250 millones de pruebas hogareñas por mes, eso no basta para que la mayoría de la población se la pueda hacer de manera frecuente.
La administración Biden ha enfocado la mayoría de sus esfuerzos tempranos contra COVID-19 en su campaña de vacunación. A medida que disminuyeron las infecciones la primavera pasada, cayó la demanda de tests y muchas fábricas cerraron. Fue solo en septiembre — cuando la variante delta estaba en auge — que el gobierno anunció los primeros contratos federales para aumentar la producción de pruebas para el hgar.
Países como Gran Bretaña y Alemania compraron y distribuyeron miles de millones de equipos diagnósticos tan pronto se hicieron disponibles al año pasado.
“Si dejas a los manufactureros solos, ellos simplemente responderán a lo que ocurre ahora mismo”, estimó la doctora Amy Karger, una especialista en pruebas diagnósticas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota. “Y no queda mucho margen de maniobra si ocurre algo imprevisto, como ocurrió con ómicron”.
Aun con la intervención gubernamental, Estados Unidos tiene una masiva carga para la aplicación de pruebas debido a su población, que es cinco veces el tamaño de la de Gran Bretaña.