LOUISVILLE, Kentucky, EE.UU. (AP) — Cadell Walker se apresuró a vacunar a su hija de nueve años Salomé contra el COVID-19, no solo para protegerla a ella sino también para evitar la propagación del virus y el surgimiento de nuevas variantes más peligrosas.
“Ama a tu prójimo. Siempre creí en eso y quiero ser un buen miembro de la comunidad, y transmitirle esa forma de pensar a mi hija”, expresó esta mujer de 40 años que hace poco llevó a su hija a una escuela secundaria para que la vacunasen. “La única forma de derrotar al COVID es que todos trabajemos en forma colectiva por el bien común”.
Los científicos están de acuerdo con ella. Cada nueva infección, ya sea de un adulto en Yemen o de un niño en Kentucky, le da al virus una oportunidad de mutar. Al proteger a nuevos segmentos de la población de todo el mundo, se reducen esas oportunidades.
Estos esfuerzos ganaron fuerza ahora que 28 millones de niños de cinco a 11 años de Estados Unidos pueden recibir dosis para menores de la vacuna de Pfizer-BioNTech. Medidas tomadas en otros países, como la decisión de Austria de exigir a todos los adultos que se vacunasen, ayudarán a reducir las oportunidades de nuevas infecciones.
La vacunación de los niños reduce la propagación silenciosa del virus, ya que la mayoría de ellos no tienen síntomas o son muy leves cuando se contagian. Cuando el virus se propaga sin que nadie lo note, dicen los científicos, es imposible combatirlo. Y cuanta más gente se contagie, más posibilidades hay de que surjan nuevas variantes.
David O’Connor, virólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, dice que las infecciones son como “billetes de lotería que le damos al virus”. ¿El premio? Una variante más contagiosa que la variante delta actualmente en circulación.
“Cuanta menos gente se infecte, menos probabilidades tendrá el virus de sacarse la lotería y de que surjan nuevas variantes”, expresó O’Connor. Añadió que el virus tendrá más posibilidades de mutar en personas con sistemas inmunológicos débiles, en los que sobrevive por mucho tiempo.
Los investigadores no se ponen de acuerdo en torno a hasta qué punto los niños pueden incidir en el rumbo que toma la pandemia. Las primeras investigaciones indican que no contribuyeron demasiado a la propagación del brote. Pero algunos expertos creen que los niños desempeñaron un papel importante en la propagación de variantes contagiosas como la alpha y la delta.
Vacunar a los niños podría ser importante con miras al futuro, según estimados del COVID-19 Scenario Modeling Hub, que reúne información de universidades y médicos que consolida modelos de cómo puede desarrollarse la pandemia. Los últimos estimados de ese centro revelan que entre noviembre de este año y el 12 de marzo del 2022, la vacunación de niños en Estados Unidos podría prevenir unos 430.000 contagios si no surgen nuevas variantes. Si apareciese una variante un 50% más transmisible que la delta, se prevendrían 860.000 muertes, lo que representaría un “gran impacto”, de acuerdo con el coordinador del proyecto Katriona Shea, de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Delta sigue siendo la variante dominante por ahora. En Estados Unidos representa el 99% de los casos analizados. Los científicos no saben bien por qué. El doctor Stuart Campbell Ray, experto en enfermedades contagiosas de la Universidad Johns Hopkins, dijo que tal vez se deba a que es más infecciosa o a que puede estar evitando al menos en parte la protección que las vacunas dan a la gente o la que tienen quienes ya se habían contagiado una vez.
“Es probablemente una combinación de esas cosas”, manifestó. “Pero también hay crecientes pruebas de que el delta es más efectivo, que puede crecer más rápidamente que otras variantes”.
Ray dijo que el delta es “una gran familia” de virus y que el mundo puede estar nadando en una “sopa de delta”.
“Hay muchas cepas de delta que circulan en numerosos sitios, sin que haya un ganador claro”, declaró.
Los expertos, por otro lado, dicen que hay variantes peligrosas que podrían surgir en partes poco vacunadas del mundo y de allí propagarse.