SAN JUAN, Puerto Rico (AP) — Los votantes en Puerto Rico eligen un nuevo gobierno con la esperanza de que ayude a sanear una isla devastada por la corrupción, huracanes, terremotos y la pandemia de coronavirus.
Los ciudadanos hacían fila bajo un sol implacable. Algunos llegaron tres horas antes, ávidos de participar en una elección con seis candidatos a gobernador.
Un anciano recorrió lentamente una larga fila, alzó su bastón y gritó entre los aplausos generales, “¡A votar por la patria!”.
Uno de los candidatos es Pedro Pierluisi, del Partido Nuevo Progresista, que defiende convertir el territorio en un estado. Fue representante sin voto del territorio en el Congreso en Washington y mandatario por un breve período luego de las enormes manifestaciones que provocaron la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló.
La mayoría de los sondeos daban una ligera ventaja a Pierluisi sobre Carlos Delgado, del Partido Popular Democrático, que respalda la situación actual del territorio. Por detrás aparecían Juan Dalmau, del Partido Independentista Puertorriqueño; Alexandra Lúgaro, del Movimiento Victoria Ciudadana; César Vázquez, de Proyecto Dignidad, y el candidato independiente Eliezer Molina.
En la fila se encontraba María Peralta, de 61 años, una empleada doméstica a quien interesa sobre todo el transporte público porque a veces debe caminar 45 minutos a su trabajo. Cerca de ella, Miguel Ángel Velázquez, un trabajador de 64 años, dijo que vota por un candidato cuyo programa es el mejor para impulsar la economía y sacar a la gente de la pobreza.
“La situación en general está caótica aquí en Puerto Rico”, dijo.
Tres candidatos buscan sustituir a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, conocida por chocar con el presidente Donald Trump después de que el huracán María golpeara la isla en septiembre de 2017 y causara daños estimados en más de 100.000 millones de dólares, además de provocar unas 2.975 muertes.
Menos de dos años después de la tormenta, cientos de miles de puertorriqueños salieron a la calle para reclamar la renuncia de Roselló, en lo que se conoce como el Verano de 2019, un movimiento desencadenado por la filtración de un chat en el que el entonces gobernador y otros funcionarios se burlaron de las víctimas del huracán, entre otras cosas, e hicieron comentarios que llevaron a una investigación por posible corrupción.
Los nuevos candidatos prometieron combatir la corrupción y hacer cambios en la isla, sumida en una crisis económica y que trata de reestructurar parte de sus más de 70.000 millones de dólares de deuda pública, que las autoridades declararon como impagable en 2015.
El vencedor tendrá que trabajar con la Junta de Supervisión Fiscal que supervisa las finanzas de Puerto Rico y que ya ha chocado con autoridades locales por las medidas de austeridad, que incluían una propuesta para recortar las pensiones públicas.
Los candidatos encuentran una base de votantes mermada por la emigración derivada de las dificultades en la isla. En estas elecciones hay 2,36 millones de posibles votantes, por debajo de los 2,87 millones de 2016 y los 2,4 millones de 2012.
El martes también se elegía a legisladores locales y se celebraba el sexto referendo sobre si cambiar la situación legal del territorio. El plebiscito formula una única pregunta: “¿Debe Puerto Rico ser admitido inmediatamente dentro de la Unión como un Estado?”. Es una votación consultiva, ya que el Congreso en Washington tendría que aprobar esa decisión.
Algunos puertorriqueños han celebrado la creciente diversidad de partidos y candidatos en los últimos años, que ha erosionado poco a poco el dominio ejercido durante décadas por los nuevos progresistas y los populares democráticos sobre la política de la isla.
“Estamos viendo unos años de transformación”, dijo Roberto Robles, de 21 años y que votaba por primera vez.
El domingo estaba parado cerca de un semáforo en su localidad de Guayanilla, una población en la costa suroeste de la isla que fue de las más afectadas por una serie de sismos iniciada a finales del pasado diciembre. Estaba solo, portando un cartel que decía “¿Por qué escogerías lo mismo? Vote”, mientras los coches pitaban en señal de aprobación al pasar.
El analista político Mario Negrón dijo que no estaba sorprendido por las protestas ni la demanda de nuevos rostros y partidos conforme la infraestructura de la isla se deteriora, los gobiernos de los dos partidos tradicionales siguen perdiendo credibilidad y continúa el éxodo al territorio continental estadounidense.
“Era obvio que esto iba a ser el final”, señaló. “La administración pública de Puerto Rico hace muchos años colapsó”.
“La pregunta ahora es, ¿y ahora qué?”, añadió.