China: Periodistas obligados a realizarse pruebas de COVID-19 antes de cubrir evento político

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Un enfermero toma una muestra a un periodista extranjero asignado a cubrir la ceremonia de apertura de la Conferencia Consultiva Política Popular Chino en Beijing, 21 de mayo de 2020. (AP Foto/Andy Wong)

BEIJING (AP) — A las 5.40 de una mañana nublada me dirigía a cubrir la sesión inicial de la mayor reunión política china del año cuando nos cruzamos con una de las escenas más raras en la era del coronavirus.

“¡Un embotellamiento de tráfico a estas horas!”, exclamó el conductor, al frenar en la Avenida de la Paz Eterna de Beijing.

Un suceso menor, sin duda, pero indicio de cómo China regresa a la normalidad. Parte de ello son las Dos Sesiones —dos reuniones de 5.000 delegados en la capital_, una clara señal de que el presidente Xi Jinping confía en tener el patógeno bajo control.

Pero que nadie se equivoque: los burócratas de Beijing no corren riesgos. Aunque la ceremonia de inicio de la primera reunión era el jueves a las 3 de la tarde, me desperté a hora tan temprana porque las autoridades ordenaron que cada periodista se sometiera a una prueba de ácido nucleico COVID-19 nueve horas antes.

Uno tras otro, los periodistas extranjeros reprimíamos el ansia de toser cuando los técnicos en batas azules y mascarillas nos pasaban las torundas de algodón por las amígdalas. A la espera de los resultados, nos encerraron en cuartos del hotel Diaoyutai, parte de un conjunto de alojamientos para dignatarios extranjeros. Bastaba que uno de nosotros diera positivo para que nos excluyeran a todos.

Un funcionario de la Cancillería me advirtió por teléfono que no saliera de mi cuarto, donde me trajeron el almuerzo.

Seis horas después, una nueva llamada nos dijo que estábamos habilitados.

Un autobús nos llevó rápidamente al Gran Salón del Pueblo, la versión maoísta de un Congreso occidental. “¡Felicitaciones!”, nos dijeron los funcionarios que nos tenían a su cargo: teníamos el privilegio especial de asistir a las sesiones. Casi todos los años, cientos de periodistas extranjeros hacen fila en la madrugada para disputarse un puesto desde el cual puedan ver las sesiones; este año, éramos apenas un par de decenas, para reducir el riesgo de contagio.

Los funcionarios nos advirtieron que no nos quitáramos las mascarillas y prestáramos mucha atención a las indicaciones, “por el bien de ustedes y el nuestro”. Al ocupar un balcón con vista a la gran sala, advertimos que la concurrencia era menor de lo habitual. Las filas de asientos asignadas a los visitantes estaban desiertas.

Las Dos Sesiones son ceremonias formales, debidamente coreografiadas, repletas de jerga comunista y personal vestido de esmóquin que marcha en formación militar. En dos años y medio en Beijing, he tenido el privilegio de asistir a dos funciones históricas.

La primera fue en 2018, cuando el parlamento ceremonial abolió los límites a los mandatos presidenciales, lo que allanó el camino para convertir a Xi en líder vitalicio. Ese día nevó en Beijing, hecho que sus partidarios festejaron como un buen augurio.

La segunda es la de este año, bajo la sombra negra de la pandemia de coronavirus. En esta ocasión, nubarrones de tormenta convirtieron el día en noche y comenzó una lluvia torrencial al comenzar la sesión.