WASHINGTON (AP) — El férreo control de Donald Trump en el Partido Republicano ha sido claro desde el día que anunció que se iba a volver a postular a la presidencia hace 14 meses. Puede notarse en el giro ideológico del partido, que se ha ido más hacia la derecha en temas culturales, y, particularmente, en las políticas en materia de inmigración.
Los republicanos de Iowa lo reflejaron claramente el lunes por la noche, dando al expresidente una rotunda victoria. Canalizaron su enojo y su postura de que básicamente todo lo que ha hecho el presidente Joe Biden ha sido un “desastre». Aproximadamente 9 de cada 10 votantes dijeron que quieren una transformación o un cambio significativo en la manera en la que opera el gobierno, de acuerdo con AP VoteCast, una encuesta que incluyó a más de 1.500 votantes que señalaron que planeaban participar en los caucus.
A pesar de lo contundente de su victoria, Iowa no es conocido por desempeñar un papel de creador de reyes en el proceso de nominación republicano. Y los votantes de Nueva Hampshire no toman en consideración lo que ocurre en Iowa.
Estas son algunas conclusiones:
TRUMP HIZO CAMPAÑA COMO SI FUERA UN PRESIDENTE EN FUNCIONES
Los caucus de Iowa de la víspera fueron los menos intrigantes de la historia moderna debido a que Trump básicamente ha estado haciendo campaña como si fuera un presidente en funciones. Ha convencido a muchos republicanos que realmente no perdió las elecciones de 2020 ante Biden, realizando en repetidas ocasiones afirmaciones falsas, y ha dominado la contienda de una manera en la que alguien que sigue en el cargo lo haría.
Viajó esporádicamente al estado, llevando a cabo una modesta cantidad de mítines. Rechazó asistir a los debates. Eligió comparecer en audiencias como acusado en sus casos jurídicos de Nueva York y Washington en lugar de hablarle a los votantes de Iowa en los últimos días previo a la votación.
El expresidente, que sigue siendo el favorito del partido, claramente quiere pasar a las elecciones generales lo más rápido posible. En su discurso de victoria, intentó retratar la contienda como finalizada, y un candidato conocido por su inclinación a la división pidió a su partido y a la nación a que se uniera, elogiando a rivales a los que había pasado meses denigrando. Sin embargo, los caucus de Iowa sirven más como para preparar el terreno que para determinar al ganador.
LOS GIROS Y VUELTAS QUE VIENEN
Inevitable puede ser una palabra peligrosa, sobre todo en Nueva Hampshire, que llevará a cabo su primaria republicana en ocho días.
Nueva Hampshire es famoso por dar sorpresas a ambos partidos. La exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, señaló que Nueva Hampshire “corrige” a Iowa. George W. Bush sintió el dolor que puede causar Nueva Hampshire en el 2000 cuando el senador John McCain lo derrotó. El exvicepresidente Walter Mondale también lo sintió cuando el senador Gary Hart de Colorado consiguió un triunfo sorpresa en la contienda de 1984.
Con su electorado más moderado y educado, Nueva Hampshire brinda a los rivales de Trump la mejor oportunidad para frenar su marcha. Haley espera conseguir una victoria allí o por lo menos conseguir una fuerte participación, al igual que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que superó a Haley para llevarse el segundo sitio en Iowa, pero quedó atrás de Trump por 30 puntos.
Después de eso viene una calma política extraña —hasta la siguiente contienda importante programada para el 24 de febrero en Carolina del Sur.
NO ES SOBRE LA ECONOMÍA
Los residentes de Iowa tenían algo en la mente, pero no eran los empleos, los impuestos o las regulaciones empresariales.
Aproximadamente 4 de cada 10 asistentes a los caucus de Iowa señalaron que la migración era su principal problema, respecto al 1 de cada 3 de eligió la economía, de acuerdo con VoteCast. Otras prioridades como política exterior, energía y aborto estuvieron incluso más abajo.