DELFT, Holanda (AP) — Para quienes han buscado vivir de la forma más sostenible posible, lo más congruente es morir de la forma más sostenible posible.
Un intrépido inventor holandés está fabricando ataúdes biodegradables para estas personas. Está poniendo micelio —la estructura radicular de los hongos— y fibra de cáñamo en un molde especial. En una semana, la mezcla se endurece para formar lo que básicamente podría compararse con una especie de sarcófago egipcio, pero sin pintar.
Los ataúdes tradicionales de madera provienen de árboles que pueden tardar décadas en crecer y años en descomponerse en el suelo. Según sus promotores, estos nuevos ataúdes se biodegradan y entregan los restos a la naturaleza en apenas un mes y medio.
En nuestro siglo XXI, es posible que el espíritu individual haya ido más allá de las restricciones de antaño, pero los funerales a menudo siguen limitados por la tradición, que puede no estar a la altura de la visión del difunto o de sus seres queridos.
“Todos tenemos diferentes culturas y diferentes formas de querer ser enterrados en el mundo. Pero creo que muchos de nosotros, un gran porcentaje, lo querríamos de otra manera. Y desde hace 50 o 100 años se sigue haciendo de la misma manera”, explica Shawn Harris, un estadounidense que decidió invertir en la empresa que fabrica los ataúdes: Loop Biotech.
En momentos en que cada vez más gente abraza la conciencia climática y se enfoca en cuidar la naturaleza, Loop Biotech dice tener la respuesta para quienes desean completar el círculo de la vida, tan cerca de lo que siempre creyeron.
Bob Hendrikx es el fundador de Loop Biotech y tiene 29 años. Durante una presentación reciente, en la que vestía una camiseta con la leyenda “Yo soy composta”, Hendrikx dijo haber investigado mucho sobre la naturaleza, “especialmente sobre los hongos, y me enteré de que son los mayores recicladores del planeta. Así que pensé, ‘¿Por qué no podemos formar parte del ciclo de la vida?’ Y entonces decidí crear un ataúd a base de setas”. Para completar la presentación en las ceremonias funerarias, puede colocarse musgo dentro de los ataúdes, a manera de colchón para el cadáver.
Y para quienes prefieren la cremación, su empresa también ofrece una urna del mismo material, de la cual sobresale una plántula de árbol. La urna se puede enterrar y, cuando se desintegra, permite que las cenizas ayuden a darle vida al nuevo árbol.
“Así que en lugar de ‘morimos, terminamos en el suelo y eso es todo’, ahora hay una nueva historia: podemos enriquecer la vida después de la muerte y podemos continuar prosperando, ahora como una nueva planta o árbol”, explica Hendrikx en un entrevista “Trae una nueva narrativa en la que podemos ser parte de algo más grande que nosotros mismos”.
Uno de estos ataúdes cuesta unos 1.060 dólares (995 euros) y una urna 212 dólares (196,80 euros).
Entonces la pregunta es: ¿Dónde llevar los restos para que puedan ser parte de parques protegidos? En Holanda, Loop Biotech se asoció con Natuurbegraven Nederland (Entierros Naturales Holanda), para realizar funerales en seis hábitats especiales.
En la actualidad, Loop Biotech tiene la capacidad de “cultivar” 500 ataúdes o urnas al mes, los cuales se envían a toda Europa. Hendrikx asegura que ahora se han puesto de moda en los países nórdicos.
“En los países del norte de Europa hay más conciencia sobre el medio ambiente”, sostiene. “Ellos conocen y entienden los hongos, cómo funcionan, cómo son parte del ecosistema”.