El jurado del proceso en Nueva York contra el mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, procesado por narcotráfico, lo declaró culpable de los diez cargos contra él como responsable del cartel de Sinaloa, por lo que podría ser condenado a cadena perpetua.
El jurado en el juicio al narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán lo declaró culpable de liderar una empresa de escala internacional de contrabando de drogas.
El juez Brian Cogan tiene ahora la misión de establecer la condena del que ha sido el caso más mediático e importante de narcotráfico en Estados Unidos, para lo que ha convocado al tribunal para el próximo 25 de junio.
Guzmán Loera, de 61 años y vestido hoy de azul y corbata oscura, ha enfrentado durante tres meses un juicio en la corte federal para el distrito este de Nueva York, en Brooklyn, por diez cargos relacionados con el narcotráfico.
Los testimonios en el tribunal federal de Brooklyn incluyeron relatos de asesinatos grotescos, sobornos políticos, cocaína oculta en latas de jalapeños, una pistola incrustada de piedras preciosas y una fuga con su amante, ambos desnudos, a través de un túnel.
Específicamente, antes de su veredicto, el jurado escuchó a 56 testimonios, de los cuales 14 fueron cooperantes del gobierno estadounidense, entre ellos Ramírez Abadía, sin duda el más impactante, tanto por su rostro desfigurado por cirugías plásticas para evitar ser reconocido por las autoridades, como por la frialdad con que habló de los asesinatos.
Los testigos, encarcelados en EE.UU. y que esperan una reducción de sentencia por su cooperación, eran socios del “Chapo”, como el colombiano alias “Chupeta”, o empleados muy cercanos como Jesús “el Rey” Zambada y su sobrino Vicentillo Zambada, cuyos declaraciones ya revisó el jurado durante los primeros cuatro días de deliberaciones.
Durante los años al frente del cartel Norte del Valle, “Chupeta” exportó unas 400.000 toneladas de droga a EE.UU, la mayoría con el cartel mexicano, para lo que se sirvieron de diversos medios de transporte como túneles, lanchas rápidas y embarcaciones de pesca.
El juicio se realizó bajo estrictas medidas de seguridad, entre ellas la de ser el único proceso judicial que se celebraba en el octavo piso del tribunal, además de un contingente de agentes de seguridad y miembros de la unidad canina dentro y fuera de la corte.
Al jurado de este caso también le han rodeado estrictas medidas de seguridad, que incluyen la prohibición de divulgar sus nombres, dónde viven o trabajan, y ser escoltados diariamente desde su casa a la corte por alguaciles federales.
Los jurados acordaron el veredicto tras seis días de deliberaciones sobre una “montaña” de pruebas, al decir de las autoridades, reunidas desde fines de la década de los 80 para demostrar que Guzmán y su siniestro cártel de Sinaloa ganaron miles de millones de dólares con el contrabando de toneladas de cocaína, heroína, metanfetamina y marihuana a Estados Unidos.
Mientras el juez leía el veredicto, Guzmán, con rostro inmutable, miraba de frente a los jurados. Una vez que estos abandonaron la sala, se reclinó en su asiento para intercambiar miradas con su esposa, quien le hizo brevemente la señal del pulgar alzado.
El juez federal Brian Cogan elogió al jurado por prestar minuciosa atención a los detalles y por su manera “notable” de encarar las deliberaciones. Dijo que con ello se sentía “muy orgulloso de ser un estadounidense”.
Los testimonios revelaron que las drogas ingresaron desde México a través de túneles secretos u ocultas en camiones cisterna, automóviles y vagones de ferrocarril, todos los cuales atravesaron puertos legales de entrada, un indicio de que las barreras fronterizas no le preocupaban demasiado.
Un sinaloense describió cómo los trabajadores introducían cocaína en latas de jalapeños, en cargamentos que sumaban 25 a 30 toneladas de cocaína por valor de 500 millones de dólares anuales. Otro declaró que en ocasiones Guzmán actuaba como su propio sicario: una vez, para castigar a un sinaloense que se atrevió a trabajar para otro cartel, lo secuestró, golpeó, hirió de bala y lo hizo enterrar vivo.
La defensa tomó apenas media hora para exponer su caso. No negó los delitos, sino que acusó a los testigos cooperantes de convertir a Guzmán en chivo expiatorio de sus propios crímenes.
El abogado defensor Jeffrey Lichtman dijo que el veredicto era “devastador”, pero estaba orgulloso de “haberlo dejado todo en el campo de batalla”.
Los jurados debieron completar un formulario que les obligó a tomar 53 decisiones acerca de si los fiscales han demostrado varios elementos de los 10 cargos.
Fuente: Varias agencias