Cuando los hospitales necesitan preparar una sala para la próxima prueba de coronavirus, cuando los aviones dejan a los pasajeros en el aeropuerto, cuando la gente común comienza a tomar las precauciones sanitarias más seriamente, llega el llamado: traigan al personal de limpieza.

Esos trabajadores mayormente ignorados son a menudo la primera línea de defensa contra la pandemia de COVID-19, limpiando y desinfectando hogares, oficinas, instalaciones médicas y espacios públicos en los que el nuevo virus pudiera diseminarse. Pero las personas que hacen toda esa limpieza tienen bajos salarios, frecuentemente carecen de ausencias médicas pagadas y son despedidos sin notificación previa.

En medio de todo ello está el temor constante de que ellos mismos pudieran contraer el virus, pese a las precauciones.

Shasmin Lewis, que se pasa las mañanas haciendo labores de oficina para MaidPro en Filadelfia y las tardes limpiando casas, dijo que sus horarios han aumentado casi 80% a 40 horas a la semana. Ella lleva su propia máscara al trabajo pese a que MaidPro provee máscaras y guantes, se lava las manos frecuentemente y usa guantes cuando pasa el plumero.

“Estoy muy preocupada, pero planeo seguir hasta que no podamos más”, dijo. No solamente sus clientes ancianos necesitan la ayuda, sino que ella, como innumerables otros trabajadores, tiene apenas suficientes ahorros para sostenerse a ella y a sus dos hijos por un mes.

La demanda en general de limpieza ha sido grande. Las aerolíneas, incluyendo Delta y Southwest, añadieron medidas desinfectantes en los vuelos. Amtrak incrementó la frecuencia de los servicios de limpieza en los trenes y sus estaciones, en algunos casos cada hora, y está empleando más desinfectante en barandas, picaportes y manijas.

Durante las primeras dos semanas en marzo, los anuncios publicitarios de limpiadores aumentaron 75% en Estados Unidos y 20% en Gran Bretaña respecto al año previo, de acuerdo con Ziprecruiter, un portal de empleos.

Pero eso está comenzando a cambiar a medida en que ciudades en Estados Unidos y Europa cierran escuelas, hoteles, restaurantes y otros negocios.

La semana pasada, Zoraida Rodríguez estaba trabajando tiempo extra para mantener limpio el teatro Bernard B. Jacobs, en Broadway. Ella y otros colegas comenzaban temprano y se quedaban hasta tarde desinfectando puertas, barandas y todo lo otro que pudiera tocar el público.

Esta semana, Rodríguez no tiene trabajo. Los teatros en Broadway cerraron sus puertas hasta al menos el 12 de abril. Por lo menos 204 trabajadores de servicios de teatros y estadios perdieron sus empleos, de acuerdo con el Service Employees International Union, el gremio que los representa. No hay una respuesta clara sobre si les darán indemnización por despido u otro tipo de ayuda. A Rodríguez le dijeron que recogiera su último cheque esta semana.

La mujer de 53 años ha trabajado limpiando teatros en Broadway por casi 16 años, ganando 20 dólares la hora. Tenía seguro médico, licencia médica pagada y vacaciones. Esas prestaciones se acabaron, aunque el gremio está negociando alguna ayuda. Por el momento, dice que dependerá del seguro por desempleo y el salario de su hija en un salón de belleza en Nueva Jersey, aunque las horas allí están bajando al desplomarse el tráfico de clientes.

Fuente: AP