Recursos Naturales y Ambientales ofrece una guía para estar seguros en las playas

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Acudir a la playa es uno de los mayores y más sanos entretenimientos en Puerto Rico, particularmente durante la época del verano, que ya se acerca. Sin embargo, como cualquier hábitat natural, además de sus encantos, tiene sus peligros. Es importante conocerlos para no ser víctimas inocentes y, en el caso de que ocurra algo, saber cómo remediar inmediatamente.

La experiencia lamentable de dos personas las pasadas semanas son indicativas de que debemos tomarnos unos minutos para informarnos mejor del lugar al cual acudiremos a pasar unos momentos de esparcimiento. Eso podría ser la diferencia entre enfrentar una situación grave o no, señaló el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) en declaraciones escritas.

Grandes peces, como la barracuda, que posiblemente fue la especie que atacó a los bañistas, no son los únicos organismos marinos que pueden hacer de nuestro día de vacaciones uno de los peores. Hay otros organismos a los que debemos prestar atención, vigilando las condiciones de donde nos sumergimos. Por supuesto, los ataques de peces a seres humanos no son comunes en las áreas de bañistas, pero podrían ocurrir, como hemos visto. El DRNA promueve el uso de los balnearios por su seguridad, pues hay costas muy peligrosas, con corrientes submarinas fuertes y sin un alma en los alrededores que pueda echar una mano para ayudar.

La barracuda, o picúa, como solemos llamarle también, así como el tiburón de arrecife, pueden merodear en aguas de poca profundidad, en fondo arenoso y muy cerca de la costa, sin que podamos decir que haya sido un ataque provocado por un bañista. Asegurarnos de que no haya especímenes de este tipo mientras nos bañamos en el mar debe ser una tarea rutinaria. Estos peces pueden causar un daño significativo, y requerirá atención médica inmediata.

Las barracudas son curiosas y territoriales. Se estima que pueden moverse más de 7.5 millas en un solo día y son capaces de migrar más de 62 millas, alcanzando fácilmente 27 mph y se cree que hasta 36 mph. Es con esta gran velocidad que logran enterrar sus dientes con una fuerza de hasta 175 libras. Este pez puede llegar a los seis pies de largo y pesar más de 100 libras. Precisamente, se reproduce mayormente entre los meses de abril y septiembre, cuando las aguas suelen ser más cálidas y aumenta la cantidad de alimento disponible.

Ya sabemos que para evitar un encuentro cercano del tercer tipo con una barracuda no debemos portar algún elemento de brillo y debemos evitar movimientos bruscos que llamen su atención. Ahora, si ocurre el incidente se debe aplicar los primeros auxilios, detener el sangrado de la mordedura aplicando presión directa, o un torniquete supervisado si se trata de sangrado profuso. Y, por supuesto, sacar la víctima inmediatamente fuera del agua. Una vez fuera, se debe prevenir un “shock” acostando a la víctima y si las piernas no fueron afectadas, levantarlas. No debe levantar la cabeza.

Se debe llamar sin dilación al 9-1-1, reportar el incidente al Cuerpo de Vigilantes, al 787-851-3600 (Boquerón), 787-230-4929 (Mayagüez) o, 787-230-5550 (centro de mando) o a la Policía.

Pero, ojo, una barracuda o un tiburón de arrecife no son los únicos organismos marinos ante los que debemos estar alertas. Hay otra serie de organismos en nuestras aguas caribeñas que debemos evitar, como el coral de fuego, la morena (una serpiente de mar), el pez león, la rascana, las aguavivas, los erizos de mar y las mantarrayas.

El secretario de Recursos Naturales y Ambientales, Rafael A. Machargo, destaca la cautela que debe tenerse en los ambientes marinos y silvestres. Igualmente, advierte que es ilegal vender barracuda y se debe tener cuidado porque el consumo de esta especie se ha relacionado directamente con la ciguatera. La ciguatera es una forma común de intoxicación alimentaria por ingesta de peces ciguatos que se alimentan o habitan en los arrecifes coralinos y es endémica de los trópicos y subtrópicos.

El artículo 8.31 del Reglamento 7949, de Pesca de Puerto Rico, estipula la ilegalidad de que cualquier persona venda, ofrezca en venta, trafique o tenga en depósito con fines de venta las especies picúa (Sphyraena barracuda), medregal (Seriola dumerili) y el jurel negro (Caranx lugubris).