Durante años el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) ha mantenido un monitoreo de aves nativas y migratorias en Puerto Rico. Entre el 2008 y el 2012 se establecieron vigilancias en los bosques estatales de Boquerón y de Guánica, capturando aves en redes de niebla durante diferentes estaciones del año.

Sin embargo, la complejidad de la observación de la naturaleza y los esfuerzos de preservación requieren algo más que el solo deseo de hacerlo, debe apoyarse en recursos y en los mejores métodos científicos y en los avances tecnológicos.

En virtud de la investigación “El establecimiento a corto plazo de una estación de vigilancia de reinitas neotropicales (residentes y migratorios) en ecotonos entre el bosque seco y el humedal en dos áreas tropicales protegidas de vida silvestre (T-8)”, financiada por el DRNA y el Servicio federal de Pesca y Vida Silvestre (USFWS), se pudo estudiar varias especies documentadas en el “Puerto Rico’s Comprehensive Wildlife Conservation Strategy”, publicado en el 2005.

“La idea era que la nueva información fuera útil para actualizar el estado poblacional de estas aves en el ‘Puerto Rico’s State Wildlife Action del 2015’”, explicó Katsí R. Ramos-Álvarez, bióloga del DRNA y especialista en aves y coautora de ese estudio.

En vigilancia por la salud de los pájaros el DRNA, la Escuela de Medicina de Ponce e instituciones federales y canadienses.

Desde entonces, los científicos del DRNA asignados al estudio también han estado colaborando en la vigilancia de estas aves utilizando redes de nieblas todos los inviernos en el Bosque Estatal de Guánica, un proyecto liderado por los doctores John Faaborg, de la Universidad de Missouri, y Wayne Arendt, del Servicio federal Forestal (USFS).  Mediante ese proyecto se estuvo colectando información para la vigilancia de las aves por más de 47 años, junto con académicos, voluntarios, y funcionarios del USFS, entre otros.

Por su parte, el Dr. Ricardo López-Ortiz, director del Laboratorio de Investigaciones Pesqueras del DRNA, destacó que “la última vez que se logró esta colaboración fue en el invierno del 2019, ya que el muestreo del 2020 fue suspendido ante la precaución por el terremoto que sacudió el área de Guánica. Ese último muestreo se logró a pesar del periodo de cierre del gobierno federal y la falta de un presupuesto aprobado por el gobierno federal, lo cual limitó muchísimo el tiempo de respuesta para conseguir voluntarios”.

Durante ese período se tuvo la colaboración de organismos de otros países, y además, la esencial colaboración de la Escuela de Medicina de Ponce, la cual abrió una nueva dimensión a la investigación científica.

Ese esfuerzo reciente fue coordinado por la Dra. Judith Toms, del Canadian Wildlife Service, Ramos-Álvarez y López-Ortiz. Esa ocasión estimuló una colaboración adicional, con la Dra. Vanessa Rivera-Amill y el microbiólogo Pablo López-Colón, ambos del Centro de Recursos de Investigación de la Escuela de Medicina de Ponce, y quienes evaluaron una manera novel de determinar con mayor precisión el sexo de las aves capturadas, reveló López-Ortiz.

El secretario de Recursos Naturales y Ambientales, Rafael A. Machargo, destacó la importancia de esta iniciativa. “Lograr determinar con precisión el sexo, edad, proveniencia y hábitos de las especies es importante para poder vigilar que las poblaciones se mantengan saludables. Por ejemplo, una escasez de hembras fértiles puede resultar en una reducción poblacional significativa. Sin embargo, determinar el sexo en especies sin dimorfismo sexual puede ser muy difícil.”

El término dimorfismo sexual implica formas diferentes para cada sexo, refiriéndose a las variaciones en las características externas, como la forma, coloración o tamaño, entre machos y hembras de una misma especie, explicó el DRNA mediante comunicado de prensa.

Según Rivera-Amill, lo novel del trabajo es que la determinación del sexo de las aves muestreadas en Puerto Rico se lleva a cabo examinando el ADN de mucho menos de una gota de sangre extraída. Esta sangre se obtiene del cálamo de plumas escogidas cuidadosamente para que no afecten la supervivencia del espécimen.

El procedimiento es mínimamente invasivo ya que las aves mudan las plumas regularmente.  Además, las secuencias genéticas serán sometidas a GenBank, una base de datos de secuencias genéticas del Instituto Nacional de Salud.

Según López-Colón, al someter las secuencias genéticas, investigadores de cualquier parte del mundo pueden utilizarlas para sus estudios. Los científicos en esta investigación están en el proceso de redactar una publicación científica con los resultados.

“Continuaremos trabajando mediante diversas colaboraciones en este y otros proyectos que nos permitan un mayor uso eficiente de la alta tecnología para beneficio del conocimiento y la preservación y conservación de los recursos naturales y el ambiente”, aseguró Machargo.