MORGAN CITY, Luisiana, EE.UU. (AP) — Luisiana se preparaba para enfrentar un nuevo huracán menos de dos meses después del que devastó una franja en el sur del estado, mientras el gobernador advirtió a los habitantes que Delta podría convertir en misiles los escombros de la tormenta anterior y que el jueves era su última oportunidad para adoptar medidas ante un posible acometida.

Los meteorólogos indicaron que el huracán Delta podría tocar tierra el viernes con vientos de hasta 105 mph y marejadas de hasta 11 pies. Señalaron que la mayor parte de Luisiana se ubica en la trayectoria de Delta, incluida la zona suroeste del estado alrededor de Lake Charles, donde el huracán Laura de categoría 4 arrancó casas de sus cimientos, se llevó tejados, y partió remolques a la mitad.

Lake Charles se encuentra bajo orden de evacuación obligatoria desde el miércoles en la noche y las autoridades de la ciudad trabajaban para desalojar a las personas carentes de transporte que se encuentran en la posible ruta de daños. El alcalde Nic Hunter observaba con cautela la trayectoria proyectada de Delta que se acercaba en forma constante al punto donde el huracán Laura tocó tierra.

“Cuando se me vino por primera vez a la mente, dije, ‘de ninguna manera, de ninguna manera. Para nada nos va a pegar’”, declaró el jueves Hunter en entrevista. “Y después, a medida que se acercaba, se volvió una triste realidad que va a suceder”.

El gobernador de Luisiana, John Bel Edwards, se puso en comunicación con la población del estado en antelación a la llegada de Delta. Dijo en mensajes de texto y llamadas automáticas de 30 segundos que deben “prepararse ahora y tener listos sus planes de emergencia”. Edwards señaló que el presidente Donald Trump le aprobó una petición para declarar una emergencia federal, medida que libera recursos federales.

Esta es la sexta ocasión en la temporada de huracanes del Atlántico que los habitantes de Luisiana se ven obligados a prepararse para la llegada de un huracán. Casi seis semanas después del huracán Laura, unas 6.100 personas continúan viviendo en hoteles en Nueva Orleans porque sus casas están demasiado dañadas para ser ocupadas. Árboles, tejados y otros escombros dejados por Laura continúan al costado de los caminos sin ser recogidos.

“Todos esos escombros podrían convertirse en misiles en un viento realmente fuerte”, sostuvo el miércoles Edwards, que se mostró preocupado por la “enorme ansiedad” que el nuevo huracán podría causar a los ya traumatizados habitantes.