NUEVA YORK (AP) — Cuando la pandemia de coronavirus comenzó a causar estragos en todo Estados Unidos a mediados de marzo, suspendiendo las clases y enviando a muchos niños a sus hogares donde padres habían perdido empleos y sufrido estrés varios expertos advirtieron que podría haber un aumento del maltrato de menores.

Quince semanas después, siguen las preocupaciones. Sin embargo, algunos expertos en primera línea, incluidos pediatras que inicialmente sonaron la alarma, dicen que no han visto un aumento significativo.

Entre ellos está la doctora Lori Frasier, quien dirige el programa de protección infantil del Centro Médico Milton S. Hershey de la Universidad Estatal de Pensilvania y es presidenta de una sociedad nacional de pediatras que se especializan en la prevención y tratamiento del maltrato infantil.

Frasier dijo que recibió información en los últimos días de 18 de sus colegas en todo el país y “ninguno ha visto un aumento en el maltrato de la forma que habían pronosticado”.

Una evaluación similar fue presentada por Jerry Milner, quien se comunica con las agencias de protección infantil a nivel nacional como director de la Junta Infantil del Departamento de Salud y Servicios Humanos. “No estoy al tanto de ninguna información que sostenga que los niños sufren maltrato a una mayor tasa durante la pandemia”, comentó a The Associated Press.

Aún así, algunos expertos creen que el nivel real de maltrato durante la pandemia está oculto debido a que muchos niños no ven ni a profesores ni a médicos, y muchas agencias de protección infantil han reducido las visitas a domicilio.

“No hay duda de que los niños corren un riesgo mayor y no podremos ver a esos niños hasta que reabran las escuelas”, dijo Marci Hamilton, una profesora de la Universidad de Pensilvania que dirige CHILD USA, un centro de estudios que busca prevenir el maltrato infantil y la negligencia.

Varios estados dijeron que las llamadas a sus líneas de maltrato infantil disminuyeron 40% o más, lo que atribuyeron al hecho de que los profesores y enfermeras escolares, que deben reportar cualquier maltrato sospechoso, no tienen contacto directo con los estudiantes.