Expertos ven falta de preparación ante sismos en Puerto Rico

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En esta imagen, tomada el 7 de enero de 2020, una nota con la frase "Estamos bien. Ceo y Ana" cuelga en una cerca tras un terremoto que sacudió durante la noche Guayanilla, Puerto Rico. Un temblor de magnitud 6,4 que remeció Puerto Rico de madrugada causó un muerto, varios heridos y derribó edificios en el sur de la isla. (AP Foto/Carlos Giusti)

Hace más de dos años, el huracán María mostró que Puerto Rico no estaba en absoluto preparado para un poderoso huracán, pese a encontrarse en una de las regiones más activas del mundo.

Ahora, una serie de sismos que incluyó un terremoto de magnitud 6,4 que mató a una persona y dañó cientos de edificios ha hecho que muchas personas vuelvan a acusar al gobierno de falta de preparación.

“Quedó demostrado que Puerto Rico no está preparado para un movimiento sísmico”, dijo Nazario Lugo, presidente de la Asociación de Gestores de Emergencias de la isla. “El gobierno tiene que ser proactivo, y vimos que no fue de esa manera hasta que tenían el agua al cuello”.

Lugo, quien fue director de gestión de emergencias de Puerto Rico, comentó a The Associated Press que el gobierno no activó su centro de mando de emergencia hasta al día siguiente del sismo más grande, incumpliendo el protocolo.

Esto provocó comparaciones con la gestión del huracán María en 2017, que devastó la isla y causó la muerte de miles de personas. Los críticos señalaron que para cuando llegó la tormenta, las autoridades locales y federales contaban con suministros limitados en una isla con infraestructura mal mantenida, lo que provocó demoras en la respuesta debido a una falta de comunicación y organización.

Una serie de pequeños sismos empezó a sacudir Puerto Rico el 28 de diciembre. El 6 de enero durante la festividad del Día de los Reyes Magos _que es importante en la isla_, un temblor de magnitud 5,8 rompió una conocida formación rocosa en la costa.

“El primer día, cuando se estaban repartiendo juguetes, se debió haber tomado una determinación de comenzar un proceso de activación gubernamental”, señaló.

Eso no ocurrió hasta el sismo de magnitud 6,4 que se registró el martes antes del amanecer. El sismo dejó sin electricidad a todo el territorio, causó el colapso de varias casas y escuelas, y grietas en los puentes. Muchos residentes que vivían en la costa sur de la isla se quedaron sin agua y más de 4.900 personas buscaron cobijo en refugios del gobierno.

Aunque muchos puertorriqueños se sorprendieron, los científicos no. Era el caso de Christa von Hillebrandt, exdirectora de la Red Sísmica de la isla y gestora del programa de alerta de tsunami de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.

“Por décadas, científicos y personas como yo hemos estado informando y alertando a la comunidad y al gobierno de Puerto Rico de la amenaza física”, señaló. “Sobre los pasados 30 años definitivamente se elevó la conciencia sísmica en Puerto Rico, pero faltó mucha acción… Uno veía mejoras, pero algunas áreas críticas no recibieron suficiente atención”.

Apenas unos días después del desastre natural, el director de gestión de emergencias Carlos Acevedo reconoció ante la prensa que el gobierno aún no había completado un plan que establece el protocolo de actuación en caso de que se registre un sismo en la isla.

Juan Alicea, presidente de la Sociedad de Ingenieros Profesionales puertorriqueña, dijo a la AP que no recibió un borrador del plan hasta el 5 de enero.

“Yo lo veo como una falta”, comentó. “Tenemos que todos asumir nuestras responsabilidades”.

Acevedo no respondió a mensajes en busca de comentarios y ha insistido en que Puerto Rico está preparado en caso de que se produzca otro temblor de gran magnitud.

Von Hillebrandt se mostró de acuerdo en parte con esa afirmación, señalando que, para 2003, las autoridades locales habían identificado las zonas de riesgo en caso de tsunami y en 2015 se completaron los mapas de evacuación. Para 2016, se certificó que todas las localidades costeras estaban preparadas para lidiar con un tsunami.

En octubre de 1918, un sismo de magnitud 7,3 remeció la costa noroeste de Puerto Rico, desencadenando un tsunami y provocando la muerte de 116 personas.

Pese a las inquietudes sobre la preparación de Puerto Rico, las autoridades federales han elogiado la respuesta del gobierno local.

Jeff Byard, de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias de Estados Unidos (FEMA por sus siglas en inglés), se mostró extremadamente satisfecho con la operación tras los sismos.

“No puedo elogiar lo suficiente al estado por la actitud proactiva con la que han proporcionado los recursos iniciales, el apoyo inicial”, señaló.

Se han registrado más de 1.280 sismos en el sur de Puerto Rico desde el 28 de diciembre, de los que más de una veintena han sido de magnitud 4,5 o mayor, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.

Dada esa actividad, Alicea dijo que es muy preocupante que unas 200.000 viviendas del territorio no cumplan las normas urbanísticas, como demostraron los daños de los últimos días.

“Si no se hace algo, nos va a costar mucho dinero y muchas vidas”, aseveró.

Otra preocupación es que unas 500 escuelas públicas de Puerto Rico se construyeron antes de 1987 y no cumplen con los nuevos códigos de construcción, lo que pone en riesgo a los alumnos, de acuerdo con Alicea. Añadió que el gobierno ha invertido dinero para modernizar muchas otras escuelas, pero las que quedan no están construidas para soportar terremotos.

El temblor del martes derribó varias escuelas y causó daños en una veintena de instituciones, obligando a las autoridades educativas a demorar el inicio de las clases por dos semanas y sólo abrir las escuelas que hayan aprobado una inspección. Funcionarios del gobierno han dicho que están identificando las escuelas más vulnerables y creando un plan para reforzarlas, un proceso que podría tomar meses y costar entre uno y cinco millones de dólares por cada institución. Para el lunes, alrededor del 45% de las escuelas habían sido revisadas.

Entre tanto, algunas personas como Nancy Torres, de 58 años, prometieron que no volverán a su casa hasta que la tierra deje de temblar.

Torres dormía con su marido en la parte delantera de un pequeño auto compacto de cuatro puertas, mientras que su hijo de 21 años estaba en la parte trasera. Su suegro construyó la casa en la que dormían cuando se produjo el terremoto, y ahora ella no confía en la estructura.

“Yo ni me podía levantar de la cama” el día del terremoto más grande, recordó. Si vuelve a la casa, señaló, es por periodos muy cortos. “Uno ni se puede bañar bien”, agregó.